Paul Glavinski
Libertad extraña
by
P. Glavinski
Recuerdo haber perseguido el rojo de las nubes.
Me había puesto, mi camisa blanca.
(sin razón aparente)
El cielo me había llevado hasta el barrio 24 de Mayo,
donde antiguas casas se fusionaban con la montaña.
No me resultó difícil subirme a un camión,
y desde ahí poder ver mas lejos aún en el horizonte;
el chofer, en su venganza, decidió partir, pero no me importó.
(está vez no era yo quien buscaba el rumbo)
Terminamos muy lejos, después de atravesar cordilleras.
El atardecer seguía latiendo.
Cuando me bajé creí haber vuelto al barrio de donde partí.
Frenético, caminaba las calles estrechas de piedra.
La luz y el aroma básico llenaban mi ceguera.
Un estibador de arrugas eternas me observó.
Lo vi desaparecer atravesando las paredes quietas.
Empecé a patear una pelota hacia un muro de barro.
Un terreno baldío y abandonado,
donde alguna vez se le había dado esperanzas a las familias de los locos.
Dos transeúntes pasaron y trataron de ignorarme, mientras atravesaban mi campo.
Solo otra vez y con la misma felicidad,
divisé sobre el muro enorme a este ser, inconsciente de su divinidad.
Vestía de blanco, también sin saberlo.
Grité sobre el viento !ragaaaaazza!
Me miró, y me invitó a apresurarme.
Tomó la pelota y subió al mástil.
Yo embarqué con los demás
(ella nunca estaba sola).
Ahora todos vestíamos de blanco.
Parado en una entrada sin puerta, miraba como navegábamos,
adentrándonos a un inundado continente.
Los niños miraban desde las orillas del río al delfín de piedra.
Mientras escribo puedo ver sus miradas sin ser capaz aún de describirlas.