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Omar

godinez

and the forms of his story

Es Moscú, en un invierno inesperadamente "templado". Unos dos grados y una cita en el distrito de Lubyanka. Recuerdo que tomamos cerveza, quizás para recordar tiempos, ajenos ya, de la isla.  Frente a mí su figura, sin ningún cambio aparente desde la última vez cuando le conocí en aquella galería, siempre con su gran sonrisa, su ímpetu cálido y la mirada triste. Iba adentrándose ya la noche a las tres de la tarde con el cielo sin cielo y mientras transcurría el tiempo parecíamos percatarnos de que no íbamos a abarcar tanta información...tantos datos, tantos nombres, tantos rincones habaneros...tanta vida. Un imprevisto intento de plasmar lo -quizás- incomunicable. 

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Del mar a Moscú. Cómo fue ese desprendimiento?

 

Siempre viví en el mar. A las playas íbamos descalzo; recuerdo que hacíamos toda la caminata por el náutico, por todas las playas de la zona. En ese entonces tenía mucha afición por las ciencias pero también por el deporte. Sin embargo, fui inclinándome mas por la literatura y dejé a un lado las ciencias. Irme a Moscú fue, de hecho, una evasión mas que un desprendimiento, o  el ansia de conocer, de salir. La cosmovision…el Krugozor, como se dice en ruso y la necesidad de trasladarme como una musa, de salir de mí mismo, de verme desde afuera. Otra cosa era también que la vida en casa era catastrofal... un entorno disfuncional y violento.

Llegué a Rusia por una convocatoria que gané en 1979 en Cuba. Esta oportunidad surge cuando trabajaba de profesor de arte en Matanzas. Se dieron sólo dos o tres becas para toda Cuba. Entonces gané, precisamente por las exhibiciones que ya había realizado y por mi desempeñó como creador. 

 

Pasé estudiando ruso un año en la Universidad de la Habana pero fue después al llegar acá, al Instituto Zurikov, que lleva su nombre en honor al pintor ruso, cuando realmente tuve que aprender el idioma.  Una de las cosas más difíciles fue aprender la lengua, pues las clases te facilitan este proceso, pero el idioma de la calle no se aprende en las escuelas. Es un idioma magnífico y vasto, con posibilidades infinitas.

 

Teníamos también asignaturas como comunismo científico y estética marxista. Había que estudiarse las obras de Lenin y te daba la impresión de que no sabías nada,  como si hubieras llegado de la nada pese a haber ya aprendido tanto en Cuba. En ese tiempo todo era otro rollo. 

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Quien era Omar antes, en los inicios de su arte?

No sé de donde surgió mi inclinación por el arte. Fue un fenómeno extraño. Vengo de una familia extremadamente pobre. Nosotros vivíamos en la calle y mi madre pedía comida para alimentar a sus nueve hijos. Nuestro padre nos abandonó, y no teníamos nada. Una infancia enfermiza. Pienso que mi asma viene de todo ese tiempo. Una vez de niño me transfundieron sangre, pero no recuerdo exactamente porque. Pasé muchas veces por orfanatos, casas de beneficencia y lugares similares. En ese periodo de mi vida se fue relevando mi inclinación por el arte, casi como una predisposición divina. Me construía mis juguetes de cajas de fósforo, y creaba mis instalaciones. Los niños sin embargo eran crueles, y muchas veces viví un ambiente hostil.

 

También las condiciones en los orfanatos no siempre eran favorables. Por las noches no teníamos ni agua. En ese contexto comenzó mi fantasía. Empecé a dibujar. Era como un método que me permitió salvarme, escaparme de la hostilidad. De repente los chicos se asombraban de mi trabajo y esto me empezó a dar fama, y me sacó ileso de ese diluvio. 

En general la alimentación era siempre mala; éramos castigados. En un orfanato los jesuitas (por lo menos creo que eran jesuitas) me golpeaban, sobre todo uno de mis instructores. Éste me encerró una vez en un cuarto oscuro; de ahí desarrollé claustrofobia. No sé cómo ese tipo de gente con tanta crueldad llega a ser profesor o instructor de niños. Un hermano mío logró escaparse del orfanato. Él llegó a ser poeta. El orfanato quedaba en Cojimar. Era el año 61 o 62. Creo que Hemingway aún vivía ahí antes de supuestamente suicidarse esa mañana de domingo, un dos de Julio. Recuerdo que mi madre estaba siempre enferma. Pues este fue el contexto de los inicios de mi vida artística.

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Hablas de esos años, es decir, tú viviste la transición política de Cuba hacia el socialismo?

 

Esa transición yo la viví ahí mismo. Internado en el orfanato. Los cambios yo los veía a través de la televisión. Pero sí percibía la euforia del momento. Hubo una campaña de alfabetización, se cantaban consignas. Después sucedió lo de Girón. Todo eso flotaba en el aire y se extendía. Tu hablabas hace un rato de la película de Tomás Gutierrez... basada en el libro de Edmundo Desnoes; para mí lo que queda reflejado en Memorias del subdesarrollo es otra onda. Claro, Memorias… es un Film buenísimo, pero en realidad, la mayoría de la gente vivió el momento eufóricamente, no como en aquel papel de burgués, interpretado por Sergio Corrieri.

De esos años recuerdo también la crisis de Octubre o de los misiles.

 

De niño empecé a trabajar. Lo que se vendía en las tiendas era para mi inalcanzable. Mi madre comenzó una relación con un constructor, también analfabeto. Nos dieron una choza de madera en los Pinos, La Habana. Las condiciones eran precarias, y mi padrastro ganaba muy poco, pero por lo menos teníamos un techo. En las tiendas teníamos que fiar productos. Era mejor que vivir en la calle o en el orfanato. 

Empecé, como te digo, a trabajar. Ayudaba a mi padrastro a recolectar chatarra. Con el dinerito a veces me compraba cositas. Siempre anhelaba instrumentos de música. 

Qué extrañas? 

 

Una vez escribí un poema: "Yo soy el niño que nunca fui". Siempre quiero volver al pasado, recomponerlo. Ese pasado que es un presente. Si pudiese volvería, sin embargo, a mi pubertad. Yo tenía un potencial artístico tremendo que no pudo desarrollarse en ese momento por falta de recursos. Tuve que trabajar en lavanderías. También tengo un título de operador de caldera de vapor. La vida puede ser tremenda. Extraño lo que nunca fue y siempre estuvo ahí. 

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Entiendo que tienes una visión muy poética en tu pintura. De donde viene tu relación con la poesía, Omar?

 

De mi casa -cuando ya tuvimos una casa normal en Centro Habana y no una choza- 

Mi hermano que era poeta, pero también bohemio, se reunía en una funeraria con otros intelectuales. No sé porqué ahí...probablemente porque la cafetería funcionaba las veinte y cuatro horas. En fin, después de sus reuniones ellos se quedaban en mi casa. Entre los personajes estaba Reinaldo Arenas. Él solía quedarse también en casa. A él lo metieron  preso junto con mi hermano. En la misma casa yo hacía instalaciones para que los poetas escribieran sus aforismos en las paredes. Eran noches interminables y amenas. 

 

En esa casa se rodó parte de Océano, película del director Mikhail Kosyrev-Nesterov.  Ves, vuelve otra vez el mar!

Era una película rusa con actores cubanos, que toca temas como la homosexualidad, la poesía y la intelectualidad. Creo que yo también aparezco en los créditos, pero yo no actué, sólo ayudé en las traducciones. Nunca hubo un desprendimiento, ni con la poesía ni con el mar!

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Cómo se desarrolló tu formación académica en la pintura?

 

Ingresé en 1969 a San Alejandro, cuya creación fue recomendación de Francisco Goya, para estudiar pintura. Estudié también escultura y grabado. A partir del segundo año tenías que definirte por alguna de estas disciplinas. Tuve premios en grabado y mis profesores me recomendaban que hiciera escultura, pero no, yo me quedé con la pintura. Ya tenía una trayectoria con la pintura antes de entrar a la academia. Además sabía mucho de crítica de arte, de arte contemporáneo, todo de forma autodidacta. Me interesé mucho por Picasso. Me atraía mucho su onda, no sé exactamente porqué. Pinté una serie de caballos deformados que tenían que ver mucho con una parte de su creación.

De qué referentes se nutre la obra de Godinez?

Yo siempre he sido absolutamente moderno. Ya lo era antes de entrar a San Alejandro. Iba a la Biblioteca Nacional, a la Casa de las Américas y yo mismo buscaba libros de crítica de Arte Moderno. Adquirí mucha información de diversos referentes: el Formalismo, Materismo, todos los expresionistas abstractos, el Pop art. Empecé a hacer simposios de critica de arte, pero también a estudiar las obras de Kant, Hegel, Fenomenología del Espíritu, Dostoievskiy, entré en contacto con la vanguardia del Cine, Tarkovskiy, Agnes Barda, el cine polaco, el cine de vanguardia checo, Fellini. Todas las películas las veía en los cines de barrio.

 

Mi familia tenía amistades en el barrio Colón, un barrio de guapos, antes con una historia de prostitución. Una zona roja. Allí me hacían encargos para que pintara santos afrocubanos, yorubas y de eso también me nutrí. Sin embargo, todo ese sincretismo de las religiones en Cuba las reflejé mucho después  en mi pintura. Hice una serie llamada „Ofrenda“ con repertorios conceptuales de la mitología afro-cubana. 

 

La santería me marcó intensamente, claro, era algo que estaba muy latente en el barrio. En aquel entonces no la reflejaba, pero fue después cuando salí de cuba que empecé a plasmar ese tipo de elementos, que siempre han vivido desde entonces dentro de mí.

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Cómo ve la libertad Omar Godinez?

Siempre he sido muy social. He conocido a todo tipo de personas, de todos los niveles. Como ya te mencioné, mucha gente iba a mi casa, por ejemplo Jorge Bacallado, un abogado criminalista, que si mal no recuerdo tenía sus concepciones propias sobre la libertad. Conocía también en Centrohabana a Gabriel Calaforra y figuras que eran coherentes con su propio entorno. 

 

Estudié antropología criminal, me metí en temas con algunos brujos, temas como el sacrificio, libros conceptuales de los años 20-30 y siempre el fenómeno de la negritud, de las razas estuvo muy presente.

Así entre en contacto con  Levis Strauß y otros filósofos alemanes. 

 

Aparte del arte, lo que me ha salvado es el humor. El choteo criollo nos ayudó a sobrevivir a mí y a mi familia. La gráfica irónica y el humorismo gráfico han acompañado también parte de mi creación. He ganado incluso premios con esto en Rusia. Los rusos tienen un humor buenísimo. Aquí hay un movimiento de caricaturistas que son reconocidos mundialmente. Entre ellos, un amigo mío, con el que regularmente expongo, Igor Smirnof. También me gusta mucho el arte naiv, el buen arte primitivo. 

 

El arte para mí es una ventana, o una puerta que siempre está abierta. Siempre me he sentido libre. Esto está por encima de todo, de la política, de mí mismo. La libertad es verdad. La libertad es un compromiso, porque dice muchas verdades. 

El arte es como un sismógrafo. No hay nada más verdadero que el arte. El arte no es la repetición de fórmulas. El arte crea. Y así también es un purgante. El arte no tiene que ser político. Yo estoy libre de esquemas. 

El arte verdadero es libre. 

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Omar Godinez 2019©paulglavinski

Una entrevista de Paul Glavinski. extravaganzza©2019. Moscú

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